Como dije en mi último post, Isla Grande fue mi primera área de investigación de campo en Colombia, pero tuve la oportunidad de visitar muchas islas más. A continuación, un resumen de los lugares más interesantes de mi proyecto.
Isla Tesoro
En Colombia, además de entrevistar a pescadores con Save Our Seas, simultáneamente tenía que poner BRUVs (Baited Remote Underwater Videos o Cámaras Autónomas Subacuáticas con Carnada «CASC») en arrecifes para Global FinPrint, un método que implica colocar una cámara GoPro en el arrecife con un poco de cebo para atraer a los peces de la zona y “capturarlos” en el video. Este método de estudio de especies de arrecife es menos invasivo que otros, y nos permite establecer una línea base de abundancia relativa y diversidad de rayas y tiburones.
Después de visitar mi primera área de investigación de campo en Isla Grande, tuve la suerte de ir a Isla Tesoro (literalmente un tesoro nacional) a colocar cámaras. Esta isla es propiedad del presidente de la República de Colombia, y tuvimos que obtener su permiso para poder ir. Por supuesto esta isla, más que ninguna otra, está supervisada y muy protegida. Nadie, ni siquiera pescadores artesanales, tiene permitido el acceso a los arrecifes o a la isla, a menos que se les haya concedido por parte de los militares colombianos.
A primera vista, mientras hacíamos snorkel para elegir el lugar más adecuado donde poner las cámaras, el arrecife de Isla Tesoro ya parecía ser muy vibrante, lleno de coral y de peces. Se notaba que había más coral y más peces de los que había visto antes en Isla Grande y, de hecho, nuestro primer tiburón filmado en nuestras cámaras fue un tiburón limón en Isla Tesoro. Desafortunadamente no pude entrevistar a ningún pescador en esta isla porque no se permite que nadie viva allí, pero me enteré por mis entrevistas a pescadores artesanales de otras islas que a veces se pesca en Isla Tesoro por la noche cuando nadie los puede ver.
Una persona tiene que bajar en apnea con la cámara para colocarla de la manera adecuada. Crédito a Julián Rodríguez
Múcura y Santa Cruz del Islote
Después de terminar el muestreo en Isla Grande e Isla Tesoro -Corales del Rosario- (mis dos áreas de investigación en la parte norte del Parque), empacamos todo nuestro equipo y nos trasladamos a Isla Múcura (una isla en la parte sur del Parque) en el Archipiélago San Bernardo. Aunque Múcura no es tan extensa como Isla Grande, tiene mucha actividad turística debido a la existencia de un hotel de lujo y al cercano Islote.
Santa Cruz del Islote es mundialmente famosa por ser la isla más densamente poblada de la tierra. Se calcula que cerca de 1.200 personas viven en ella, aunque los isleños negaron esta información durante las entrevistas. Muchos me dijeron que el gobierno había cometido un error al calcular el número de habitantes, pues hicieron su censo en la temporada de Navidad cuando muchos miembros de la familia que viven fuera vuelven a casa para las festividades, al igual que muchos turistas. La mayoría de los isleños parece estar de acuerdo con que una estimación más exacta sería de unos 700 habitantes en un área de .012 km2, con 97 casas en la isla. El promedio de personas que viven en cada casa es de aproximadamente siete. Como curiosidad, señalar que existe la creencia de que sólo hay 6 apellidos en toda la isla, y aunque se pudiera pensar que vivir en una isla tan densamente poblada podría ser un problema, a mí me pareció que los que viven en El Islote tienen mejores condiciones de vida que los residentes de otras islas.
Gracias a un programa en colaboración con el gobierno japonés, el Islote recibió paneles solares para proporcionar toda la energía necesaria para la isla, por lo que los residentes del Islote tienen más neveras, televisores y otras tecnologías que otros isleños. También hay una lancha que viene una vez a la semana llena de comida, y los residentes del Islote pueden comprar frutas y proteína que vienen del continente, algo que no está disponible en otras islas. De otra parte, los residentes que tienen que viajar a otras islas cercanas como Múcura o Tintipán en busca de trabajo, prefieren vivir y regresar a casa en El Islote al final del día debido a los muchos servicios de los que disponen.
Aunque El Islote ha recibido mucha atención y ayuda gracias a su fama, es innegable que depende en gran parte de los recursos oceánicos y que la pesca sigue siendo su forma principal de adquirir alimento y riqueza. Cada persona a la que nos acercamos se identificó como pescador, y su amabilidad nos permitió caminar libremente por la isla y entrevistar a casi todas las personas que nos encontramos. Ir a Santa Cruz del Islote fue con seguridad el punto álgido de mi proyecto, ya que el muestreo no sólo fue el más fácil de lograr sino el más interesante debido a la dinámica de la isla.
Cartagena de Indias
Después de entrevistar
a pescadores en Múcura y El Islote, y después de poner BRUVs alrededor de las islas restantes (Tintipan, Mangle y Panda), la última etapa de nuestro viaje fue en el continente. Aunque quería entrevistar a tantos pescadores artesanales en sus islas nativas como fuera posible, también me interesaba ver qué productos se llevaban a Cartagena de Indias y hablar con los pescadores que los vendían. La mayoría de las veces los pescadores artesanales de estas islas se llevan la pesca a casa para alimentarse, y si tienen un poco más, lo regalan o lo venden a otro pescador. Sin embargo, cuando tienen suerte, como ocurrió un día mientras estuve allí que pescaron una tonelada de atún negro (Euthynnus lineatus), todo el pescado se envía a Cartagena inmediatamente para ser exportado al extranjero al día siguiente.
Allí el mercado de pescado más grande y reconocido se llama Mercado Bazurto. Este no es como otros mercados callejeros, algo que se hace evidente al llegar. Bazurto está lleno solamente de gente local, y se vende fruta y pescado que sólo atrae a los lugareños. El mercado es ruidoso, agitado y maloliente, y uno se puede perder fácilmente y terminar en el lado equivocado del barrio si no es cuidadoso. Caminamos por un rato hablando con tantos pescadores como pudimos, a la vez tratando de detectar qué elasmobranquios estaban disponibles para la venta.
Desafortunadamente, los pocos tiburones y rayas que pudimos encontrar habían sido en su mayoría decapitados y cortados en pedazos, lo que hizo muy difícil identificarlos. Durante un momento, incluso pude presenciar cómo un hombre muy bien vestido y con apariencia de elevado poder adquisitivo estaba comprando aletas de tiburón. A pesar de que la compra y venta de este producto es legal (no lo es cortar las aletas del tiburón sin traer el resto del cuerpo), la gente sigue actuando con cautela al comprar o vender productos de tiburón, así que cuando el hombre vio que le observaba rápidamente pagó y se escabulló.
Continuamos caminando por el mercado el resto del día hablando con todos los pescadores que pudimos, y aunque todos mostraban su captura con orgullo, no presenciamos más ventas de aleta de tiburón. Irónicamente, vimos a un pescador limpiar un tiburón y tirar al lado una de sus aletas, que permaneció desapercibida entre un montón de basura durante todo el día.
En conclusión, después de visitar 11 islas diferentes -incluyendo la isla del presidente y la más densamente poblada de la tierra- y la ciudad de Cartagena, que es el hotspot de las ventas y exportaciones de pescado en el Caribe colombiano, puedo afirmar que este proyecto de investigación ha sido el más gratificante de mi vida. La realización de 200 entrevistas a pescadores y la colocación de más de 250 cámaras en 5 semanas (con un huracán pasando por el medio) no fue fácil, pero estoy feliz de poder decir que cumplí todos mis objetivos. Mi proyecto de investigación fue el primero de su categoría, el primer proyecto de investigación de tiburones en el Parque Natural Nacional Corales del Rosario y San Bernardo, y no podría haberlo hecho sin la ayuda de mis colaboradores y Save Our Seas.